Si lo vemos sólo desde el punto de vista de la cumbre ALC-UE, y analizando su situación bajo la perspectiva exclusivamente macro económica, está muy bien que el PBI de América Latina llegue a casi 2 trillones de dólares, un tercio de la producción del Tercer Mundo, y más de lo que produce la China, la India y hasta la Rusia juntas; por supuesto que aquí también incluyo a Brasil, México y Argentina. Cómo es posible entonces, y esto es lo alarmante, que América Latina sea el continente de mayor desigualdad social en el planeta. A ver, ustedes, los que viven en el Perú y de los cuales ya muchos también tienen sus propias empresas y viven, digamos, que no mal, dándose también a veces unos pequeños lujos: ¿por qué no me comentan algo y me dicen cómo solucionarían este mal, ya que todo esto me parece más serio que la polineuropatía distrófica que sufro yo? Analizando nomás el grado de concentración de la riqueza en cada país de América Latina, el 10% más rico de la población gana 30 veces más que el 20% más pobre. En Brasil, Venezuela, Ecuador, Guatemala o Argentina la brecha es aún mayor. En esas condiciones, la bonanza económica no necesariamente se refleja en una mejora en las condiciones de vida de los menos favorecidos. Grávense mejor eso bien en la cabeza.
El problema de fondo, creo yo, mis queridos amigos latinos pollos gordos, no es solamente hacer que las calles se vean siempre limpias y ordenadas y con supermercados y hoteles de cristales con lucecitas sicodélicas en cada esquina, sino lograr más bien una verdadera y auténtica COHESIÓN SOCIAL. Sí, así es, C-O-H-E-S-I-Ó-N S-O-C-I-A-L, y prefiero repetirlo, deletreando cada palabra. Y eso dependerá también en gran parte del interés y conciencia que le pongamos cada uno de nosotros, los latinos, en ayudar a esos que también se esfuerzan noblemente con trabajo honrado pero que, a pesar de todo, se mueren también de hambre, porque casi ni se alimentan y se bañan en aguas con caca. Vale decir, hacer que esa brecha que existe entre el rico y el pobre, el pudiente y el no pudiente, entre un pituco, hijito de papá y un comecaca, más bien disminuya en vez de que aumente, como se puede apreciar perfectamente en la realidad.
Por ejemplo, en Lima, la capital mundial de la hipocresía y del pantallazo, como diría un escritor por ahí, esas marcadas diferencias y discriminaciones las tenemos ahí nomás y a la vuelta de nuestras propias casas (¿o se dice narices?); creo que hasta un ciego lo podría también ver. Sí, así es señores, y no miento porque yo también he vivido ahí y sé de qué hablo. ¡Hasta cuando pues, carajo! O se ponen la pilas los latinos y se ayudan todos entre ellos para que todos sean más bien ricos, felices y exitosos y disminuya así la lista de indigentes en ese continente, o no hacen nada (como siempre) y esperan a que esa grieta de disconformidad y pobreza se separe cada vez más y terminemos un día cayéndonos todos al abismo, sin excepción.
A ver, dejo esta inquietud abierta para ver qué opina el resto, que a lo mejor, de repente, quién sabe, unos de ustedes nos aportaría también algo interesante.