SecuenciaSonar


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C O M U N I C A D O


A mi querido público de lectores y amigos todos, con este pequeño aviso, quisiera por favor que me disculpen pero por motivos estrictamente de tiempo y trabajo que lo necesitaría para terminar y concentrarme sólo en mi segunda novela, en mi blog Flujanz ya no publicaría más artículos ni trabajos literarios hasta durante un tiempo o mejor dicho nuevo aviso. Salvo las producciones musicales y vídeo-clips de SecuenciaSonar, que sí las seguiría divulgando y actualizando cada cierto tiempo en este mismo espacio, así como también en el siguiente link, www.reverbnation.com/secuenciasonar. Por otro lado, no se preocupen que, para todos mis amigos en Facebook y Twitter, seguiré también escribiéndoles como siempre.

En ese sentido, a todos mis fieles seguidores, amigos, lectores y conocidos todos, les pediría que durante este tiempo de ausencia tuvieran también algo de paciencia, que pronto, muy pronto estaría, como siempre, yo y mi excéntrico personaje Flujanz de nuevo con ustedes para seguir deleitando (a unos) o quizá aturdiendo (a otros) con más escritos y ocurrencias mías. Y, bueno, lo fundamental, de paso también ofrecerles, después de mi primera novela ¿Por qué a mí? que ya ha sido publicada también en dos ediciones (2003 y 2008, respectivamente), mi otro gran segundo intento de ficción literaria o, si quieren, llamémoslo una otra historia de esas entripadas mías.


FREDERIC LUJÁN ZEISLER


Alemania, miércoles, 20 de marzo de 2013

www.fredericlujan.com

www.flujanz.blogspot.com

www.reverbnation.com/secuenciasonar




Friday, May 04, 2012

El cachondo



Como no soy profeta, no me gusta vaticinar tampoco nunca nada, empero, sin embargo, quizá ahora por provocar con mi cancioncita, El cachondo, un acalorado tema sexista (o, si quieren, se los digo de esta otra forma: de potencia eyaculadamente viril), y que en esta sociedad llena de falsas etiquetas y de sentimientos mayormente teatralizados es y será siempre tabú y respaldado encima por un código de conducta entre parejas que, a la franca, no sé para que diablos lo sacralizan siempre tanto, creo que esta vez sí muchas de mis queridas lectoras me mandarían a rodar con una patada directa en el culo. O, este... no sé, quizá me escriban un mail, como éste de una ex lectora mía y que ahora más bien se ha vuelto una anti-flujanófila recalcitrante, sugiriéndome encima que visite mejor a un médico para locos: “Mire, señor Luján, Flujano, Flujanz, Flujanol, o como se llame, ya no me envíe más por favor esas porquerías, que usted, a parte de ser un pervertido, provocador, está más loco que una cabra. ¡Vaya a un siquiatra!”; y luego (disculpen, pero es que lo tengo también que decir: ¡grandísima perra!) me adjunta encima un pequeño virus troyano de recuerdo que, perdón, creo que no ha sido un virus sino más bien las siete plagas bíblicas juntas, ya que, ¡la muy puta!, no solamente me destrozó mis tres discos duros, sino que además me infectó todos los equipos periféricos, paraféricos, conféricos, y todos los que terminan en ...féricos.

Sí, así es, amigos. Por eso que (ah, sí, y otra cosa: ustedes los hombres, los casi siempre erectos y excitados, ya no se me hagan ahora también los puritanamente cucufatos, que ya saben perfectamente también a qué me refiero, eh...), como productor de esta reveladora composición musical que yo mismo también malditamente canto y toco con mi aparato (ya, ya... y, por favor, no sean ahora malpensados, que sólo me refiero al otro aparato ese: el de mi equipo musical de percusión, por supuesto) y que, para muchos, sea hasta desvergonzadamente chocante, mi única intención es la de desacralizar de una vez por todas, todos esos asuntos que dicen que se hace siempre con, para, y por el amor y nada más que el amor (o mejor lo digo en este otro un lenguaje, algo más soez: cachar, meter pinga, sexo, encamarse, machucar, empujar, culear, bombear, etcétera...); pero, en especial, a todos esos falsos románticos aguantados y lisonjeros cachondos que, cuando se acuestan con una mujer que bien podría ser su propia esposa, querida, arrimada, o simplemente la número dos, tres, cuatro, cinco... y mejor paro de contar, del fin de semana o semanas, no lo dicen nunca de labios, pero sí, en el fondo, muy en el fondo, lo piensan y hasta lo repiensan, o mejor dicho se masturban mentalmente, so pedazos de pajeros; ya que el hombre (no todos, pero casi todos y aquí me incluyo yo también) actúa mayormente por instinto y según el nivel de esas tan preciadas municiones suyas: o sea, sus espermas y, claro, por ende, también sus testosteronas. 



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Publicación Flujanz 
Por © Frederic Luján