SecuenciaSonar


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C O M U N I C A D O


A mi querido público de lectores y amigos todos, con este pequeño aviso, quisiera por favor que me disculpen pero por motivos estrictamente de tiempo y trabajo que lo necesitaría para terminar y concentrarme sólo en mi segunda novela, en mi blog Flujanz ya no publicaría más artículos ni trabajos literarios hasta durante un tiempo o mejor dicho nuevo aviso. Salvo las producciones musicales y vídeo-clips de SecuenciaSonar, que sí las seguiría divulgando y actualizando cada cierto tiempo en este mismo espacio, así como también en el siguiente link, www.reverbnation.com/secuenciasonar. Por otro lado, no se preocupen que, para todos mis amigos en Facebook y Twitter, seguiré también escribiéndoles como siempre.

En ese sentido, a todos mis fieles seguidores, amigos, lectores y conocidos todos, les pediría que durante este tiempo de ausencia tuvieran también algo de paciencia, que pronto, muy pronto estaría, como siempre, yo y mi excéntrico personaje Flujanz de nuevo con ustedes para seguir deleitando (a unos) o quizá aturdiendo (a otros) con más escritos y ocurrencias mías. Y, bueno, lo fundamental, de paso también ofrecerles, después de mi primera novela ¿Por qué a mí? que ya ha sido publicada también en dos ediciones (2003 y 2008, respectivamente), mi otro gran segundo intento de ficción literaria o, si quieren, llamémoslo una otra historia de esas entripadas mías.


FREDERIC LUJÁN ZEISLER


Alemania, miércoles, 20 de marzo de 2013

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Sunday, July 22, 2012

En la segunda piel


Por Frederic Luján Z.


Su estado era crítico, el mercurio del termómetro indicaba que había pasado la barrera de los cuarenta centígrados. Volaba en fiebre. El agotamiento y la debilidad física le obligaban a cerrar los párpados, y en ese vacío sintió que su epidermis comenzaba a desprenderse de la dermis transformándose en un tegumento duro de madera, que iba cubriéndolo. Por fuera parecía un cajón de muerto, un ataúd color negro mate, sin esmalte ni adornos ni incrustaciones ni ornamentos ni nada; simplemente un baúl rectangular de madera y nada más. Sintió terror, mucho terror. Escuchaba voces que lloraban y le decían:

“Pobrecito, cómo sufre, es mejor que descanse en paz.”

¿Habrá dejado de existir o era el delirio de la fiebre que le estaba haciendo perder el control de su realidad existencial? Todo le parecía raro, como si su existencia de treinta años se hubiera injertado ahora en una segunda piel dura, enchapada en madera y que sus vísceras se estuvieran fermentado por dentro. Creyó por un momento sentirse a gusto, aliviado, sin ese dolor electrizante que corría siempre por su sistema nervioso y terminaba en sus órganos enfermos.

¿Pero?... ¿y ese olor? ¿ Por qué ese olor? ¿Sería acaso el tufo de la Muerte, enemiga implacable del género humano y odiosa a los inmortales? ¿Qué era en verdad lo que estaba sucediendo en su cuerpo que ahora  era incapaz de sentir los estímulos dolorosos?

“¡Qué raro... pero si ya no siento esas punzadas en la cabeza, ni las molestias de los bultos en la espalda, piernas y brazos!...”, revisaba imaginariamente su cuerpo “... ¡Y ese ardor de la barriga, sí, mi barriga, qué alivio!”

La pestilencia era repugnante; parecía como si le hubieran metido en una fosa de gallinazos muertos. Comenzó a notar que la capa muscular de su cuerpo perdía elasticidad. Su dermis se inflaba y estiraba rápidamente: era dura e inflexible como un cuero viejo. De sus poros emanaba ese olor desagradable, como a hígado descompuesto, y que se quedaba impregnado en las paredes de su epidermis.

“¡Qué horror, qué asco!... ¡dónde estoy! ¡Sáquenme, sáquenme de aquí!”, gritaba desesperado.

Por una ranura entraba un poco de oxígeno que le permitía respirar. En su alucinación comenzó a arañar y empujar con las manos; quería salir de allí, volver a su existencia anterior y acordarse de su historia. Pero nada, era imposible, su nuevo estado no le permitía, era como si su individualidad hubiera desaparecido. Se sentía un cadáver viviente.

Tenía la mandíbula parcialmente ajustada con un pañuelo blanco; por una pequeña hendidura de la boca salía una puntita de lengua negra, hinchada por la sangre que se le había coagulado; la barriga se le había puesto dura como un nogal.

Pero había algo que le preocupaba más que esos gases nauseabundos que se acumulaban presionando las paredes de esa, su segunda piel. Eran las larvas, sí, esos gusanos amarillentos, gordos, grasosas, viscosos, que se reproducían rápidamente, alimentándose de sus entrañas con un apetito insaciable: se transformaban en culebras que envolvían lo que quedaba de anatomía, triturando su esqueleto hasta dejarlo en polvo de carbonato cálcico. La cabeza y su cerebro era lo único que quedaban intactos, allí recostada sobre una almohada negra de seda. La cabeza comenzó a crecer como un meteorito amorfo, tenía dos tumores petrificados sobresalidos, eran sus ojos: los movía lentamente, hacía todas las direcciones como rastreando a los seres pluricelulares que se reproducían para hacer familia.
 
 “¡He muerto, he muerto!...”, dijo exaltado “¡Mierda!...y yo qué quería seguir viviendo”.

De pronto la cabeza dejó de petrificarse, sintió que se ablandaba igual que una esponja congelada que comienza derretirse y que sus jugos corporales volvían a fluir, moldeando nuevamente un cuerpo de figura humana.

Afuera volvió a escuchar voces, muchas voces, con ruidos de máquinas que zumbaban y hacían Piii - Piii - Piii; intentó concentrarse en la voz de una mujer que hablaba con alguien:

“¿Y ahora doctor, qué hacemos con él?”

Se sorprendió. Se esforzó para dilatar sus débiles pulmones con aire, despegó sus cansados párpados, encontrándose con una inmensa esfera cóncava de cinco luces que apuntaban a él –parecía una nave intergaláctica: la luz era tan intensa que le secaba los ojos. Por las imágenes difusas que dibujaban sus nervios visuales, creyó en ese momento estar en una sala de operaciones de un hospital o algo parecido. Una pequeña chispa de alegría y esperanza remeció su cuerpo.

“¡Qué felicidad, estoy vivo, no he muerto!... ¡Me curarán, me curarán!”

Un hombre vestido de verde, con la mitad de la cara tapada con una mascarilla, estiró sus manos enguatadas de látex, aún embarradas con sangre pastosa y restos de tejidos carnosos, y le contestaba a la mujer quien supuestamente le había preguntado anteriormente, moviendo la cabeza:

“Es una pena, pero ya no se puede hacer nada: el quiste de la barriga ha sido muy grande y parece ser maligno”

Tuesday, July 03, 2012

ReverbNation Alternative charts for Dresden, Germany


Con mis congas y uno que otros instrumentos más de percusión que toco siempre con cariño y en forma amateur y, por supuesto, también como auto terapia contra todos los males, les regalo este último hit rítmico mío de genero musical alternativo y experimental: All in one.

Además, otra gran noticia que me complace mucho, según the Reverbnation Alternative charts for Dresden,DE Germany, con SecuenciaSonar (mi sello de producción musical y de todos esos otros experimentos rítmicos de percusión que produzco siempre), tengo el honor de estar actualmente (04.07.2012) también en el ranking numero uno.




ComScore Publicación Flujanz 
Por Frederic Luján Z.