
Primera semana:
-Cargada de maletas a la habitación simple Nr.125 con ducha y cama de una plaza de tan sólo un metro ochenta de largo (si mide más de un metro ochenta, mala suerte, pues entonces los pies le colgarían al otro extremo del catre como racimos de uvas), y con vista preferencial a una plazoleta exclusiva para fumadores de hierba y pichicata.
-Estudio y análisis del plan de rehabilitación para las siguientes tres semanas; incluye, por si acaso, también el programa de masajes interdiario de relajamiento muscular de Sigrid (un híbrido entre mujer y hombre tremendamente fuerte y con unas manos iguales a las del boxeador ruso gigante Nikolay Valuev)
-Revisión exhaustiva sobre el estado de su salud por el profesor y Ph Dr. Med. en neurología con segunda especialidad en psiquiatría, el doctor Theodor Hundertgrambutter (apellido que por fonética castellana podría confundirse también como “una granputa”, o, para otros, simplemente “cien gramos de mantequilla”) Al final de esta sesión y después de casi una hora de exámenes exhaustivos de reflejos con martillito de jebe y objetos electro punzantes, la conclusión a la que probablemente llegaría el prominente doctor sobre su anamnesia sería simplemente de que usted se encuentre física y orgánicamente “hasta las huevas”
-Y bueno, como para recuperar siquiera en algo esa energía vital que usted necesitaría para cumplir a cabalidad el riguroso programa para las próximas tres semanas, se le zampará también como de costumbre una infusión endovenosa de inmunoglobulina, hecha en base de sangre humana chupeteada por el mismo drácula y mezclada con plasma fibrinógeno de un chancho bien papeado de una carnicería de Baviera, llamada Popeye.
Segunda semana:
-Baños galvanizados con electrodos a veinte voltios de corriente alterna en una inmensa tina con agua totalmente calato y a vista y paciencia de todo el mundo. Lo más probable es que, después de esos acostumbrados veinte minutos de martirio, su pene se mantenga también durante cuatro horas totalmente erguido y con los testículos algo rojos e irritados. (Eso de que las testes se le hayan irritado también un poco, no se preocupe que para eso existen también cremitas con Dexapanthenol bastante buenas)
-Lógicamente que dependiendo del grado de su dolencia y por indicación de la suprema instancia galena de dicho centro de rehabilitación, el profesor y Ph Dr. Med. Hundertgrambutter, se le ordenará a que haga también durante dos días ejercicios de relajación psicosomática bajo el método de Jacobsen, en una tenebrosa habitación tipo celda y en compañía de cuatro viejitas anoréxicas de ochenta años mentalmente locas y sin dientes en la boca.
Tercera semana:
-Ergoterapia para aminorar el tremor de las manos por una dulce y encantadora terapeuta asistente de apenas veinte primaveras de edad (una deliciosa mujer por no decir hembra, muy esbelta y proporcionada, además de rubia y con ojos azules como el cielo) Por la constante tembladera que seguro usted mostrará en las manos y que curiosamente se le acentuará más cada vez que se encuentre junto a ella, la hembra, este perdón, quiero decir terapeuta, al finalizar sus sesiones, es muy probable que también le pregunte con una sonrisa, digamos que muy insinuadora: “¿no será usted por si acaso también un onanero?”
-Terapia de estabilización motora para controlar el equilibrio a la hora de andar por un especialista que más parece un hardrocker con cola de caballo, tatuado y con argollas hasta en la nariz (un tipo agresivo y de muy poca paciencia, que mastica chicle y que escupe cuando habla); conociéndolo como trabaja, es casi seguro que le dirá también: “Escúchame brother, pero si tú ya no necesitas todas esas cojudeces... ” Momento en el cual el muy hijo de su madre le arrancharía el bastón o cualquier otra prótesis ortopédica que estuviera adherida al cuerpo y, amarrándole los brazos con una camisa de fuerza, le haría contorsionar como faquir media hora encima de una maca revestida de yute que parece lija. Al final, encima le obligará también a pararse de cabeza hasta que los ojos se le volteen como el tío Lucas de la serie televisiva cómica “la familia Adams.”; ah, sí.... y para colmo, media hora después de engullir todavía el último bocado del almuerzo.
Cuarta semana:
-Seminarios y charlas sobre cómo alimentarse con platos balanceados y ricos en vitaminas y cosas por el estilo. Al final, casi siempre se quedará pensativo, preguntándose: “Pero si para cocinar semejantes cosas hay que tener un presupuesto aparte. ¡A la mierda! ... me quedo entonces mejor con mi Mc Donald.”
-Baños medicinales en una piscina temperada con flotadores y patitos amarillos de plástico. ¡Atención, atención!, aquí se le recomienda que tenga un especial cuidado, ya que a pesar de que usted probablemente sea un campeón olímpico en natación, igual, terminará casi siempre incrustado de cabeza en el cuerpo adiposo de uno de esos enfermos parapléjicos, que no nadan sino más bien flotan torpemente en la piscina como hipopótamos.
Mi recomendación:
Por la experiencia propia que tengo en este campo, faltando tres días para terminar este programa, es casi un hecho de que usted mandaría también todo olímpicamente a la mierda. Sí, así es, lo mandará mundialmente a la mismísma para irse a disfrutar mejor a una soleada playa de nudistas (perdón, aquí en Alemania le dicen “cultura del cuerpo libre”) y dejarse tratar esta vez sí en serio por dos espléndidas féminas que le masajearían todo el cuerpo y con ejercicios de purificación pulmonar boca a boca y con todo inclusive.
Por favor, si usted por si acaso sufre de una dolencia parecida y le interesa este programa, me alegraría entonces mucho que me escriba a
flujanz@fredericlujan.com, que yo gustosamente también le podría ayudar.
Atentamente,
Flujanz
Edición Flujanz