SecuenciaSonar


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C O M U N I C A D O


A mi querido público de lectores y amigos todos, con este pequeño aviso, quisiera por favor que me disculpen pero por motivos estrictamente de tiempo y trabajo que lo necesitaría para terminar y concentrarme sólo en mi segunda novela, en mi blog Flujanz ya no publicaría más artículos ni trabajos literarios hasta durante un tiempo o mejor dicho nuevo aviso. Salvo las producciones musicales y vídeo-clips de SecuenciaSonar, que sí las seguiría divulgando y actualizando cada cierto tiempo en este mismo espacio, así como también en el siguiente link, www.reverbnation.com/secuenciasonar. Por otro lado, no se preocupen que, para todos mis amigos en Facebook y Twitter, seguiré también escribiéndoles como siempre.

En ese sentido, a todos mis fieles seguidores, amigos, lectores y conocidos todos, les pediría que durante este tiempo de ausencia tuvieran también algo de paciencia, que pronto, muy pronto estaría, como siempre, yo y mi excéntrico personaje Flujanz de nuevo con ustedes para seguir deleitando (a unos) o quizá aturdiendo (a otros) con más escritos y ocurrencias mías. Y, bueno, lo fundamental, de paso también ofrecerles, después de mi primera novela ¿Por qué a mí? que ya ha sido publicada también en dos ediciones (2003 y 2008, respectivamente), mi otro gran segundo intento de ficción literaria o, si quieren, llamémoslo una otra historia de esas entripadas mías.


FREDERIC LUJÁN ZEISLER


Alemania, miércoles, 20 de marzo de 2013

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Tuesday, September 01, 2009

La prédica de las gracias




Fue en la ciudad, a plena luz del día. Flujanz, como siempre, inquieto, preocupado por querer cambiar las cosas, se paró encima de un banco ubicado en un parque, alzó los brazos como conectándose con el cielo, lanzó una mirada acusadora a ese público que se aglomeraba a su alrededor y comenzó a decirles:

“¡OH!... no tienen una idea de como me siento al estar ahora aquí, junto a ustedes, sarta de majaderos malagradecidos...”





Estiraba sus brazos con vehemencia, inflando los pectorales y separando bien las piernas para mantener el equilibrio encima de ese banco que se tambaleaba. Su voz era resuelta, enérgica, como si lo que les dijera le sirviese para librarse por fin de una gran carga. El público cada vez más numeroso se apiñaba a su alrededor, creo que más que nada, lo observaba por curiosidad y con algo de desconfianza.

“A ver, por qué no se dejan de tanta frialdad e indiferencia y se abren igual que yo, extiendan sus brazos hacia el cielo y digan fuerte conmigo: Gracias, sí, gracias a ese policía o guardia que sacrifica a veces hasta su vida a cambio de brindarles seguridad; gracias a ese humilde basurero, quizás para ustedes más que un simple estercolero, que nos limpia siempre las calles y vacía esos toneles llenos de porquería; gracias a esos médicos, clínicos, internistas, practicantes, que con su sapiencia y abnegada labor nos devuelven nuevamente la salud; gracias por esos científicos, profesionales y técnicos que con sus métodos y criterios nos dicen cómo se deben de hacer las cosas, aunque, desgraciadamente, también nos orienten hacia un mundo cada vez más automatizado, frío y egoísta...”

Cada palabra que predicaba Flujanz irritaba cada vez a ese público que lo miraba como diciendo, ¿y éste loco de dónde ha salido?





Mientras más fuerte les hablaba, a veces hasta con lágrimas en los ojos de pura emoción, acentuando cada letra de ese “gracias” como si se tratara de una palabra santa, más sentía como su pecho se libraba de esa opresión que tanto le molestaba. Bajaba a ratos sus largos brazos que colgaban como lianas de los hombros para aplaudir y mover atrevidamente la cintura, meneando las piernas, sólo por ver si con esas salían también de su letargo.

“¡Eso es, así, así!... ¡Síganme y no me miren pues con esas caras de gallinas!...”, y elevaba de nuevo los brazos hacia el cielo “Gracias a ese pobre indigente que con su humildad y sencillez nos ayuda a abrir mejor los ojos y a no ser tan miserables en la vida...” Su cara reflejaba en ese momento arrepentimiento pero también alivio y felicidad. “Gracias por ese pan que nos da la energía para poder vivir; gracias por tener siquiera un techo y una manta donde cobijarnos; gracias por tener una familia que nos quiere y acepta tal como somos; gracias porque contamos felizmente con amigos, me refiero a los verdaderos; gracias por formar parte de esta linda naturaleza, y compartir la frescura de su aire, la delicia de su agua y riqueza de su tierra; gracias a esos perros, gatos, pájaros, y en fin, a todos esos animales domésticos que mueven su colita o cantan, simplemente para demostrarnos su lealtad; gracias porque podemos pensar, ver, oír, sentir, hablar, pero, sobre todo gozar de ese gran beneficio que nos da la salud; gracias por esos artistas, aquellos creadores plásticos que con sus obras nos invitan a reflexionar sobre la otra cara de la vida, nuestra vida; gracias a esos políticos, mandatarios, estadistas, dirigentes y jefes en general que con sus actitudes de arrogancia, codicia y mentiras nos enseñan cada día a no ser felizmente como ellos; gracias también por aprender de vez en cuando de nuestros errores; gracias por ser simplemente como somos, así, diferentes en raza, credo y cultura; gracias por saber que a pesar de todo aún no hemos perdido la fe en nosotros mismos y que amamos la vida...”





Ya habían pasado como veinte minutos y Flujanz seguía allí, parado, diciendo todo lo que se le ocurría. La gente comenzaba a pifiarlo, arrojándole cosas e insultándolo duramente: "¡Ya cállate, loco de mierda!” “¡Quién te has creído que eres, Dios, el creador de la tierra, el Salvador!...”, y cosas por el estilo.

Flujanz despertó al día siguiente mitad inconsciente en una posta médica y con contusiones en todo el cuerpo; adolorido como estaba se tocó la cabeza y balbuceando le dijo al médico de turno que lo miraba compasivamente: “Gracias, doctor, usted me salvó la vida.”, y volvió a cerrar los ojos.

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Como complemento a esta sugestiva metáfora sobre lo mucho que les cuesta a algunos a veces sincerarse para dar simplemente las gracias (y ojo que me refiero siempre en el buen sentido de la palabra), me gustaría mostrarles también a esa recordada artista chilena polifacética y gran luchadora contra las visiones estereotipadas de América Latina Violeta Parra; auténtica recuperadora y creadora de la genuina cultura popular, para que nos deleite con una de sus últimas creaciones musicales que ha sido escrita poco antes de morir en 1966, llamada, “Gracias a la vida”



Publica Flujanz
Por © Frederic Luján

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